El producto interno de México depende en un 35% de las exportaciones; el 80% de las exportaciones se envían a los Estados Unidos, lo que implica que el 26% de nuestro Producto Interno Bruto (PIB) dependa de las exportaciones hacia ese país.
Durante su campaña, el ahora presidente Donald Trump prometió poner aranceles a lo que se importe a Estados Unidos, con el objetivo de que retornen a su país actividades productivas, así como reconocer como terroristas a los grupos productores y traficantes de drogas prohibidas, especialmente fentanilo. Al tomar posesión mencionó que los aranceles a los productos importados desde México tendrían arancel de 25%, por lo que emitió una orden ejecutiva respaldado en temas de seguridad nacional, de tal forma que a partir del 4 de febrero surtieran efecto. El 3 de febrero hubo acuerdo para que la entrada en vigor de esos aranceles se pospusiese un mes y por tanto entraran en vigor el 4 de marzo, algo que sucedió ese día. El día de ayer se tuvo un nuevo acuerdo para que se suspendiera el cobro del arancel a los productos que cumplen con los términos del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) hasta el 2 de abril, cuando Estados Unidos tiene planeado cobrar aranceles recíprocos a todos los países.
La situación es harto compleja pues si se lograra la eliminación de la producción y tráfico de fentanilo quedaría en el aire si el presidente Trump abandonaría la idea de regresar a Estados Unidos la manufactura de ciertos artículos, incluidos los vehículos, y como palanca de presión siguiera utilizando la espada de Damocles de los aranceles.
Muchos expertos han salido a hablar sobre el tema resaltando tres caminos que debiera seguir la economía mexicana, incrementar el contenido local en lo que se comercializa, ya sea para el mercado local o el de exportación, dedicar más producción al mercado local, diversificar los mercados de exportación. Los tres temas me parecen relevantes, sin embargo antes de emitir mi opinión quiero recordar lo que dio origen al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y posterior T-MEC.
Quienes ya estábamos activos en la industria y en actividades de representación industrial en las dos últimas décadas del siglo pasado tenemos presente cómo desde la Presidencia de México se decidió e impulsó el que existiera un tratado comercial que permitiera el libre tránsito de mercancía en Norteamérica y de esta forma impulsar el que México pudiera ser proveedor del entonces consumidor más grande del mundo, Estados Unidos, y mejorar el crecimiento económico de nuestro país. A partir de firmado el TLCAN se impulsó fuertemente una política industrial orientada a la exportación atrayendo inversión extrajera que trajera al país tecnología de punta y capacitara a millones de mexicanos para que los productos exportados cumplieran con las expectativas del exigente mercado estadounidense. A poco mas de 30 años de que iniciara el TLCAN, y que se actualizara con el T-MEC, podemos asegurar que la mayoría de los productos que se exportan desde México son líderes en calidad en el mundo en todos sentidos, por lo que esa idea y su implementación han sido un gran éxito a grado tal que nuestro país es el primer exportador a la Unión Americana.
Así la situación, 26% del PIB es a partir de exportaciones a Estados Unidos y una gran porción de esas exportaciones son de empresas de inversión extranjera que vinieron a México para atender ese mercado con productos fabricados en nuestro país.
Siendo esta nuestra realidad soy de la opinión de que las siguientes medidas debieran adoptarse para capear el actual temporal y construir bases sólidas de crecimiento.
Lo logrado en 30 años no debe tirarse por la borda
La mayoría de las grandes industrias exportadoras en nuestro país son tomadas como ejemplo para muchas otras empresas del mundo. Sus principales promotores al interior de sus organizaciones en México y el mundo son sus directivos; ellos son los que luchan por que se invierta en sus instalaciones, se modernicen, se les asignen nuevas y avanzadas líneas de producto, cuando sienten la confianza de que podrán dar buenos resultados, pero también son los que pueden mostrar desesperanza cuando su entorno les es adverso para el logro de sus metas y objetivos.
Es por ello que los gobiernos locales, estatales y federal deben escuchar a esos directivos y hacer lo necesario para que el ambiente para el desarrollo de sus empresas y proyectos no solo no encuentre trabas, sino que tomen las medidas necesarias para impulsarlos. Esas grandes empresas son la punta de lanza para mantener y elevar el crecimiento en exportaciones de nuestro país.
Incrementar el valor agregado de las exportaciones
Las exportaciones a través de tratados comerciales han de cumplir con las reglas de origen que cada uno de ellos establece para acceder al trato arancelario preferencial. Cuando se ha logrado el contenido regional, no es extraño que los ejecutivos de las empresas dejen de buscar alternativas de suministro en potenciales proveedores locales, dedicándose a administrar la proveeduría consolidada.
Para poder integrarse a esas cadenas de valor de exportación, las empresas locales que están fuera de la cadena requieren de ayuda de alguna entidad gubernamental que tenga acceso a la información de los productos no regionales que se integran en las cadenas de exportación para fomentar su desarrollo localmente, y para acompañar a las empresas interesadas en el proceso para que la empresa exportadora las pueda integrar a su cadena, cumpliendo con todos los requerimientos de calidad y certificaciones que sus mercados requieren.
Atender el mercado interno con más productos fabricados localmente
Hay muchas industrias que son tremendamente exitosas en los mercados de exportación, sin embargo en su proceso de desarrollo han optado por atender el mercado local con productos importados. A la vista de los consumidores, esta decisión les permite acceder a una gran variedad de productos, y a poder elegir la mejor opción para sus necesidades. Un ejemplo de esta estructura de industria es la automotriz que el año pasado exportó casi 3.5 millones de vehículos ligeros, pero el mercado local lo atendió con 65.8% de vehículos importados de los casi 1.5 millones de vehículos vendidos localmente.
El reto en este rubro es encontrar la forma de integrar más productos fabricados localmente en los productos finales importados que se venden en nuestro mercado, así como incrementar la producción para el mercado local, lo anterior sin demeritar las opciones para el consumidor. Esta es una tarea primaria del Gobierno Federal, cuyas autoridades pueden acordar con la industria y con los países de donde se importan los vehículos los términos para que se incremente la oferta de productos de fabricación local y de contenido de productos de origen mexicano en los productos importados que se vendan en nuestro país.
Diversificar exportaciones
México tiene 14 tratados comerciales con 52 países del mundo, además de nueve acuerdos de alcance limitado y sin embargo al amparo de solo uno de ellos, el T-MEC, se realiza un poco mas del 80% de nuestras exportaciones. ¿Qué hacer para llegar a otros mercados? ¿Decisión de la industria por sí misma? ¿Apoyo del país para captar un mercado deseado? ¿Ambos?
Hace más de 40 años conocí a un empresario visionario y entrón como él solo. Tenía una pequeña planta de forja que proveía forja abierta a la empresa donde yo trabajaba. En un momento de su historia decidió incursionar en un mercado en el que vio una gran oportunidad. Hace un año me lo encontré en el ITAM y tuvimos la oportunidad de hablar brevemente sobre nuestra vida en esos años 80 del siglo pasado y lo que él logró al paso de los años para convertir a su empresa en una de las más importantes del mundo en su especialidad de forja, logrando hoy día exportar a los países más desarrollados desde su natal Monterrey.
A empresarios como él hay que apoyarlos con la estructura gubernamental que les facilite el proceso, una función que hoy veo necesario darle vida, si como país deseamos que la exportación de productos desde México esté diversificada.
Al paso que vamos cada mes habremos de presentar una prueba de avances de cumplimiento de las expectativas del inquilino de la Casa Blanca, para evitar caiga sobre nuestra economía la espada de Damocles. Esa incertidumbre es mortal para nuestra economía, por lo que las acciones propuestas pueden resultar benéficas para sortear este proceso.
Salvador Saavedra es presidente del Sector de la Industria Automotriz en Canacintra.
Consulta la más reciente colaboración de Salvador Saavedra: China, el elefante en la sala de revisión del TMEC.
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