La energía como eje estratégico para una electromovilidad competitiva

por elogis

La electrificación del transporte dejó de ser una tendencia del futuro para convertirse en una necesidad del presente. Más allá de las metas ambientales, hoy representa una estrategia de eficiencia y resiliencia frente a un contexto marcado por la volatilidad energética y situaciones geopolíticas cambiantes que conllevan nuevos retos comerciales y presiones inflacionarias. Para el sector logístico y de transporte, cada variación en el precio del combustible se traduce en impactos directos en su estructura de costos. Por eso, la transición a flotas eléctricas no puede analizarse de forma aislada, debe leerse a través de la infraestructura energética y la implementación de nuevas tecnologías.

La industria automotriz, históricamente dependiente de los combustibles fósiles, está girando hacia distintos modelos, impulsada por avances en energías renovables, regulaciones más estrictas y la creciente presión del mercado. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (AIE), para 2030 los vehículos eléctricos desplazarán más de cinco millones de barriles diarios de petróleo, subrayando el impacto significativo de la transición hacia la electromovilidad en los mercados energéticos globales.

Aquí es donde entra en juego un enfoque energético inteligente. La adopción masiva de tecnologías limpias debe ir acompañada de sistemas que optimicen el uso y costo de la energía. ¿Cómo lograr que el transporte eléctrico sea sostenible, rentable y ecológico? La respuesta está desde la concepción misma de los proyectos, la cual debe considerar la integración de tecnologías como la carga inteligente, sistemas de almacenamiento y fuentes de energía renovables, que no solo garanticen la disponibilidad, sino también flexibilidad operativa.

Desde el inicio, la infraestructura de recarga se vuelve una pieza central. No basta con instalar cargadores, sino que es indispensable diseñar redes capaces de adaptarse a los picos de demanda, las tarifas dinámicas y las regulaciones locales. Una vez implementados dichos de sistemas de carga, combinados con algoritmos de gestión energética inteligente y almacenamiento distribuido, las flotas eléctricas pueden operar con eficiencia, sin exponerse a las volatilidades del sistema eléctrico convencional.

Actualmente, existen modelos exitosos que muestran cómo las flotillas pueden reducir sus costos energéticos utilizando energía solar combinada con baterías de almacenamiento. Esta autonomía energética no solo mejora la previsibilidad operativa, sino que fortalece la resiliencia de las empresas frente a interrupciones del suministro o aumentos tarifarios. A esto se suma el uso de inteligencia artificial para programar las recargas en horarios de menor demanda, lo que permite optimizar costos sin sacrificar el rendimiento.

El reto no es menor: garantizar que el transporte eléctrico sea competitivo en un entorno incierto. México, aunque con grandes avances, aún se enfrenta a barreras como la falta de incentivos financieros y una regulación aún en desarrollo. Según el Instituto de Recursos Mundiales México (WRI), la ausencia de instrumentos específicos para financiar infraestructura de recarga es uno de los principales obstáculos para acelerar la transición.

Por eso, el éxito de esta transformación dependerá de la capacidad de las empresas para combinar, de forma ágil, la innovación tecnológica con una visión energética integral, ya que el panorama continúa siendo alentador. Las proyecciones de instituciones especializadas indican que las fuentes de generación limpia cubrirán todo el crecimiento de la demanda eléctrica mundial en los próximos tres años, lo que confirma el papel cada vez más relevante de las energías renovables en el escenario del transporte.

La transición no será únicamente de vehículos, sino de modelos de negocio. En esa transformación, la clave estará en anticiparse, planificar y adaptarse a un entorno energético en constante evolución. Quienes lo hagan, marcarán la diferencia entre liderar el cambio o quedar rezagados. Aunque la transición energética no está exenta de riesgos, la clave del éxito radica en adoptar un enfoque estratégico y flexible, que permita a las flotas eléctricas adaptarse a un mercado de energía cambiante, sin que los costos operativos se conviertan en una barrera.

Las soluciones tecnológicas adecuadas no solo reducirán la dependencia de fuentes de energía no renovables, sino que optimizarán los costos de operación y garantizarán que el transporte eléctrico sea una solución sostenible y competitiva en el futuro cercano.

Te invito a leer mi columna anterior: La revolución sostenible toma el volante de la electromovilidad

*Javier Nova actualmente es líder de segmento en Hitachi Energy.

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