El nearshoring: Una oportunidad que no podemos dejar pasar

por elogis

Por Antonio Prakash*

El nearshoring o relocalización de cadenas de valor no es sólo un término de moda ni un discurso bonito; es una oportunidad real para México, pero también un reto que nos exige acción inmediata. Nuestro país está en el radar de las grandes corporaciones, y aunque hemos dado pasos firmes, el camino por delante requiere que todos -gobierno, empresas y sociedad- nos pongamos la camiseta y trabajemos juntos.

Primero hablemos de lo que ya logramos: en 2023, México atrajo 36 mil 058 millones de dólares en inversión extranjera directa (IED), y en 2024 rompimos ese récord con 36 mil 872 millones. Por si fuera poco, nos consolidamos como el principal socio comercial de Estados Unidos, superando a China, incluso como su mayor proveedor. Recientemente, Marcelo Ebrard, secretario de Economía, anunció un portafolio de inversión privada por 298 mil millones de dólares, equivalente a 16% de nuestro PIB. Nuestra cercanía con Estados Unidos, el T-MEC y una fuerza laboral talentosa y competitiva son imanes para las empresas globales.

Pero no todo es celebración. La euforia inicial ha chocado con realidades duras. De la IED de 2024, sólo el 9% fueron nuevas inversiones, y estas cayeron 34% respecto al año anterior. Nuestra economía está en franca desaceleración, y los beneficios del nearshoring se concentran en el centro, norte y bajío, mientras el sur sigue rezagado. A esto sumemos la inseguridad, falta de infraestructura y amenazas arancelarias de la nueva administración de Trump. Es un escenario complejo, pero no imposible.

El nearshoring puede ser el motor que México necesita. Las proyecciones son claras: el Consejo de Empresas Globales estima que podría generar cuatro millones de empleos y sumar hasta ocho puntos al PIB en los próximos siete años. Sectores como electrónica, automotriz, energía y aeroespacial están listos para despegar. Pero para que esto ocurra, tenemos que actuar con inteligencia y rapidez.

Una vez pintado el panorama, veo tres prioridades claras. Primero, la infraestructura. Nuestros puertos, carreteras y aduanas no están listos para el volumen comercial que viene. Necesitamos modernizarlos y expandirlos ya. Segundo, energía y agua. La escasez de energía limpia y gas natural, junto con la falta de agua en el norte, pueden frenar proyectos clave como el Corredor Interoceánico. Tercero, seguridad y certeza jurídica. La inseguridad y la percepción de un Estado de derecho débil asustan a los inversionistas. Además, las reformas judiciales recientes no han ayudado, y necesitamos reglas claras para dar confianza.

Del otro lado, como empresarios, jugamos un papel clave. Debemos apostar por la innovación. La transformación digital es nuestra aliada, tecnologías como la inteligencia artificial y sistemas avanzados de logística pueden reducir costos y hacernos más competitivos, especialmente si enfrentamos aranceles.

También hay que invertir en talento. Nuestro capital humano es de clase mundial, capacitemos a nuestra gente, ofrezcamos condiciones atractivas y retengamos a los mejores. Cumplamos las reglas del juego, estudios recientes señalan que solo el 48.85% de nuestras exportaciones a Estados Unidos aprovechan el T-MEC, claro que las normas aduaneras son complejas, pero dominarlas nos da una ventaja competitiva y nos protegerá de tarifas adicionales en esta era de la incertidumbre.

Asimismo, es indispensable diversificar mercados, dependemos demasiado de Estados Unidos: más del 85% de nuestras exportaciones van a ese país, es hora de mirar a Europa, Asia y otros mercados para reducir riesgos. Y por supuesto, hay que colaborar con el gobierno y las pymes. El Plan México de la presidenta Sheinbaum es un gran inicio, pero necesita nuestro respaldo y sobre todo experiencia. Finalmente, apoyemos la mejora de infraestructura y seguridad, e integremos a las pequeñas y medianas empresas en las cadenas de valor.

La presidencia de Trump ha traído incertidumbre, y sus amenazas arancelarias son un golpe duro. Pero México ha demostrado ser resiliente y, además, a diferencia de otros países que actualmente enfrentan tarifas generales de mínimo 10%, nosotros sólo tenemos cuotas específicas en ciertos productos como acero, aluminio y autos que se fabrican fuera del T-MEC, lo que, de continuar así, es una gran ventaja para mantener el nearshoring.

Sin embargo, debemos acelerar el ritmo porque tenemos una ventana de oportunidad de unos cinco años para consolidarnos como un hub industrial antes de que otros países, como Vietnam, nos ganen terreno. También es posible que ante mayores confrontaciones entre México y Estados Unidos, perdamos competitividad frente a países de América Latina, con los que Donald Trump tiene menores tensiones geopolíticas.

No podemos darnos el lujo de esperar. El nearshoring no es un sueño, es una realidad que ya está generando empleos y atrayendo inversión. Pero para que se convierta en el “Segundo Milagro Mexicano”, necesitamos una alianza estratégica. Desde el gobierno, pedimos infraestructura moderna, seguridad y certeza jurídica, pero nosotros nos debemos comprometer a innovar, capacitar y generar empleos de calidad. Juntos podemos hacer que México no solo sea un destino de inversión, sino un ejemplo global de éxito.

El tiempo corre, pero el potencial está en nuestras manos.

*Antonio Prakash actualmente es CEO de Mexproud Shipping.

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