¿El fin de la pesadilla para la aeronáutica llamada AMLO?

por elogis

Ningún aeronáutico mexicano que se precie de serlo puede o debería negar que el presidente Andrés Manuel López Obrador trae algo contra la aviación civil, comenzando con la mexicana que es a la que le puede pegar más duro. Quizás por ahí lo trataron muy mal en su primer vuelo o algo…

Y es que, por lo menos a quien firma esta entrega, le queda claro que desde que finalizaba la campaña que lo llevó finalmente a Palacio Nacional, el tabasqueño la agarró muy feo contra nuestras aerolíneas y aeropuertos a los que para comenzar puso en peligro por el simple hecho de emplearlos una vez portando la banda, en lugar de volar en una aeronave dedicada operando desde una plataforma especialmente designada para ello.

Pero no es todo: Baste recordar el vergonzoso y por ahí deshonesto episodio del Boeing 787 presidencial, el cuello de botella para el desarrollo de la oferta aeroportuaria del Valle de México y el desperdicio de recursos fiscales que ha supuesto la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco y la construcción de uno nuevo en Santa Lucía, Estado de México, el poner en manos de entidades militares sin la debida formación y preparación la administración de aeropuertos, aduanas y migración, o el manejo que le dio en su sexenio a la otrora cabeza del sector comunicaciones y transportes, es decir, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y a la autoridad aeronáutica, a las que debilitó institucional, financiera, legal, estratégica y políticamente, poniéndolas virtualmente bajo el control de los militares del país que hay que decirlo, literalmente se han dedicado a jugar impunemente a los avioncitos, desperdiciando con sus ineficiencias e incompetencias en materia de gestión de aerolíneas y aeropuertos, valiosísimos recursos fiscales que bien podrían haber servido para abordar temas tan importantes como son la seguridad, salud y educación de los mexicanos.

¿Termina la pesadilla AMLO a partir del 1 de octubre de 2024?

Hay que estar muy ciegos o ser muy necios para no darse cuenta que AMLO, contrario a la tradición del presidencialismo mexicano, no ha cedido el poder político a su “legítima” sucesora a la que estoy seguro va a seguir controlando, tal y como lo ha hecho siempre, constituyéndose la que considero es una reelección “de facto” con claros tintes autoritarios, por lo que me temo que la amenaza para el aerotransporte mexicano en materia de degradación de la calidad de su gestión en seguridad, eficiencia, sostenibilidad y sustentabilidad, de hecho para todos los medios de transporte del país, en los que la presencia militar cada día es más evidente, seguirá latente en la medida en la que la nueva titular del Poder Ejecutivo no decida, tal y como siento debería y la realidad de los datos le reclama, desvincularse de ciertas líneas de acción emanada de los onerosos, infundados y posiblemente hasta ilegales caprichos de un hombre que bien le haría a México al irse en serio a su rancho “La Chingada”, dejando de una vez por todas en paz a un pueblo del que ha abusado, a una economía que ha desgastado, a una tierra que ha ensangrentado, a unas instituciones que ha atacado y destruido y a una de por sí frágil cohesión social que ha destejido.

Espero equivocarme, pero por las razones anteriores y los hechos recientes, no le veo buen futuro a la gestión aeronáutica en el primer sexenio encabezado por una mujer en México y, por ende, no le veo fin a la pesadilla en las vías generales de comunicación de México que supone el poder de esa nueva dinastía de jefes de Estado del tipo de la norcoreana Kim, pero en nuestro caso, de apellido paterno López, con una próximamente presidenta claramente parte de ella, que ha declarado que seguirá empleado a la aviación comercial en sus vuelos como primera mandataria, obligándome a recuperar parte de lo dicho en una columna que me hizo el favor de publicar el portal de noticias  T21 el 26 de junio de 2019:

  • “Los gobiernos nacionales y estatales tienen la necesidad y obligación de contar con los medios necesarios de transporte para que su titular se traslade dentro y fuera de su geografía para atender lo que deba conformar a su alta responsabilidad”.
  • “La logística asociada a un entorno presidencial no es un asunto menor, de ahí que el empleo del aerotransporte comercial regular resulte una opción, si bien a primera vista económica, definitivamente muy compleja en varios aspectos, antes que nada, el de la seguridad, tanto la del mandatario, como la de otros ocupantes de la aeronave, algo que puede terminar por dar argumentos sólidos para el empleo de aeronaves dedicadas y por ende mejor controladas y resguardadas en todos los sentidos”.
  • “El aerotransporte comercial regular no siempre ofrece las rutas y horarios que la complicada agenda de un mandatario podría requerir”.

Durante los primeros seis años del obradorato, los mexicanos tuvimos que vivir con la incertidumbre respecto a la seguridad de quien, nos guste o no, ostentó el cargo de presidente de México en manos de aeronaves operadas por empresas y tripulantes que por más que cuenten con las debidas certificaciones, definitivamente no ofrecen y más con una autoridad aeronáutica tan débil como la mexicana, los blindajes en este sentido, propios de una aeronave operada, digamos por la Fuerza Aérea Mexicana, a la cual terceros potencialmente interesados en hacerle daño al Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas tendrían muchísimo menor acceso. Incertidumbre también la del resto de los ocupantes de la aeronave comercial en vuelo regular (pasajeros, pilotos y sobrecargos) en la que vuele este personaje, respecto a la posibilidad real de que sus vidas corran peligro conforme se atente contra la vida del alto funcionario público con ellos adentro del avión. Aún recuerdo como algunos sensatos pasajeros se negaron a acompañar al de Macuspana en sus vuelos y mejor decidieron bajar del avión.

Aclaro, las anteriores premisas no aplican en caso de vuelos chárter, caso por ejemplo de los que realiza su santidad el Papa en ciertas líneas aéreas, siempre blindados con los correspondientes protocolos de seguridad. ¿O usted ha visto a Francisco subir a un vuelo de itinerario de aerolínea desde que fue electo pontífice?

Dicho en otras palabras: Ya tuvimos suficiente con López Obrador poniendo su vida y la de inocentes en peligro con su necedad de emplear vuelos comerciales de itinerario en sus desplazamientos en su mandato legal, como para que ahora la doctora Sheinbaum no comprenda que simple y sencillamente por temas de seguridad no debe andar trepada en un avión de aerolínea en vuelo regular con otros ajenos pasajeros para volar a donde debería hacerlo a bordo de un vuelo especial, de preferencia empleando una aeronave especialmente designada, equipada y blindada para ello, a la que solamente acceda quien debe y que no necesariamente tiene que ser ostentosa o enorme, sino segura y adecuada para las labores de un funcionario tan importante como es quien despacha desde Palacio Nacional, equipo de vuelo que debe estar a cargo de una entidad sólida y confiable.

Por favor señora presidenta, ya deje de seguirle el juego a su antecesor, digo, por lo menos en temas esenciales en los que el sentido común tiene mucho que decir, caso siquiera del de su seguridad y la de quienes la rodean en cualquier momento, incluyendo aquél en el que el espacio aéreo la albergue en el cumplimiento de sus responsabilidades, labor en la que le deseo por el bien de México todo el éxito del mundo, aunque debo confesar que no me hago muchas ilusiones que digamos de que ello suceda dada la manera como por lo visto iniciará su mandato, muy diferente a transiciones anteriores en las que los mandatarios salientes tenían el decoro de disimular siquiera un poco el poder que tenían sobre los entrantes, algo que no ocurre con un AMLO que me queda claro sentirá indebidamente la banda presidencial en su pecho hasta que la salud o usted se lo permitan.

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