El que los vuelos cargueros fuesen una realidad antes que los vuelos de pasajeros, los cuales, por cierto, comenzaron en el año 1914 en el oeste de la Florida, no debe sorprender a nadie, en especial a quienes nos queda claro la primera justificación comercial del aerotransporte se relaciona con el transporte de “algo” (carga) y no de “alguien” (pasajeros).
Si aceptamos como válida la premisa que el aerotransporte de mercancías es un segmento fundamental del actual modelo logístico global y más a partir de la emergencia sanitaria, entonces el día 7 noviembre del año 1910 debe ser recordado como una fecha también fundamental en nuestros calendarios de efemérides, si es que, tal y como he invitado a propios y extraños hacerlo, la lectura de esta columna comienza por ahí a acompañarse de alguna vocación cultural, ingrediente en mi opinión que complementa de manera muy efectiva a los temas de capacitación, mismos que a su vez inciden en la seguridad, regularidad y sustentabilidad de las operaciones de todo tipo de medios de transporte.
Y es que ese día un alumno nada menos que de los hermanos Wright, de nombre Philip Parmelee, fue elegido por ellos para transportar por vía aérea, al mando de una aeronave Wright Flyer B, 10 rollos de seda desde Dayton a Columbus, Ohio, con un peso total de 100 libras, en el que es considerado el primer vuelo carguero dedicado de la historia, recorriendo unas 65 millas en un tiempo oficial de 57 minutos.
Ahora sí que, hablando en el lenguaje propio de este espacio editorial, se dice que el flete podría haber llegado a los 1,000 dólares americanos, es decir, una enorme cantidad de dinero en aquellos tiempos, aun para fletar un avión, monto que sin duda sumó valor a la mercancía transportada, la cual estaba destinada, seguramente con mucha premura, a la apertura de una tienda comercial en la capital de ese estado de la Unión Americana.
Más allá del mérito histórico de la efeméride que comparto, me parece que el vuelo de Parmalee en 1910 confirma la premisa que algunos sostenemos en el sentido que el aerotransporte no es un medio para todos los tráficos, entre los cuales, sin embargo, siempre hay algunos que por su urgencia o valor justifican altos costos y por ende las altas tarifas asociados a un medio que supone tales niveles de inversión y riesgo como el aéreo.
No olvidemos que al aerotransporte mexicano también nació transportando básicamente “algo” valioso en las alas de la Compañía Mexicana de Transportación Aérea del año 1921, en la región del sur de Tamaulipas y norte de Veracruz; ese “algo” solían ser las nóminas de los trabajadores petroleros. Es decir, también en nuestro país la aviación comercial nació atendiendo premisas que en muchos casos siguen vigentes y eso, estimado lector, me parece sumamente interesante y por ende siento que es digno de ser compartido con usted en esta entrega.
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