DE BUENA FUENTE: Consumatum est
Redacción T21
Lun, 22/05/2023 – 06:00
Aunque en Radio Pasillo se venía manejando semanas atrás el tema de la posible toma del tramo ferroviario de Medias Aguas a Coatzacoalcos y dos pequeños ramales adicionales, propiedad de Ferrosur que totalizan 120 kilómetros de longitud de vías, no dejó de sorprender la forma en que el gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación lo ejecutó.
Eso de apostar elementos de la Marina en las oficinas e instalaciones clave del tramo de vía en cuestión en horas de la madrugada, fue un golpe duro que cimbró a la cúpula empresarial por el temor de que, al acercarse el fin de este gobierno, la política anti empresarial se vaya a exacerbar. También porque en momentos en que México se maneja como una sede lógica para atraer inversiones productivas importantes para atender al mercado de Norteamérica (nearshoring), una expropiación a una empresa privada envía un mensaje negativo, que pone en alerta a muchos inversionistas sobre la debilidad de nuestro Estado de Derecho, y la gobernanza concentrada en la voluntad de un solo hombre.
A Grupo México, uno de los grandes inversores y creadores de empleos en nuestro país, este gobierno le ha tundido en las últimas semanas. Primero con los cambios a la Ley Minera que afectan sus intereses en ese sector y ahora con la expropiación de un tramo de vía que le trunca un brazo de su concesión ferroviaria. Veremos más adelante cómo se dan los siguientes capítulos de esta telenovela en lo que hace a la indemnización y los recursos que legalmente pueda impulsar la empresa en su defensa.
¿Y todo para qué?
Ya sabemos que el gobierno es muy mal empresario. Muchos años de conocer cómo se han operado cientos de empresas paraestatales por parte del gobierno mexicano nos ha dejado el conocimiento amargo de ver cómo se dilapidan millones de pesos de nuestros impuestos en múltiples barriles de los que no vemos nunca el fondo.
Ese es el vaticinio que muchos expertos nos confirman en que acabarán los macroproyectos de esta administración. Proyectos eternamente subsidiados, que no le habrán de incorporar el valor que el país necesitaba en sinergia con la inversión de la iniciativa privada para potencializar aún más la competitividad de nuestro país. En días pasados también se reportaba en la prensa la menor inversión pública histórica que se tiene en esta administración en materia de infraestructura. Y vaya que nuestras carreteras que conducen al norte y nuestros puentes internacionales con Estados Unidos hablan y piden a gritos su modernización y ampliación antes de llegar al colapso.
También la semana pasada, congruente con esa evidencia, el Banco Mundial nos degradó en su Índice de Desempeño Logístico un total de 15 escalones en lo que va de esta administración de gobierno, para pasar del lugar 51 al 66 de 2018 a 2023.
Pero eso qué importa, dirán algunos, si aquí siempre tenemos “otros datos”.