Por Elena Robles*
Regular de manera correcta las actividades esenciales y estratégicas de la economía supone un reto relevante. Las regulaciones deben estar alineadas a las políticas públicas en materia económica y deben conocerse las operaciones de los entes regulados, además de las implicaciones de implementación, efectos económicos y, por supuesto, la regulación debe poder asegurar el logro de objetivos y resultados esperados. Es indispensable establecer métricas de lo que se espera y un tiempo razonable para su implementación y evaluación.
Una buena regulación es además indispensable para preservar la competitividad de las empresas, para mejorar la calidad de vida de las personas y para mantener la viabilidad de los negocios. Además, la actividad reguladora debe enfocarse siempre, por temas de seguridad, a una regulación de riesgos.
A partir la pandemia se hizo patente la relevancia que tiene mover bienes y mercancías con seguridad, celeridad, integridad y a costos que permitan la competitividad de los negocios. El perfil del consumidor cambió, los modelos de negocio se vieron impactados por nuevos jugadores y esquemas en el mercado. Las empresas que comercializan sus productos están envueltas en una competencia cada vez más agresiva por llegar más rápido y a mejor costo a los consumidores que tienen cada vez más opciones. Las demandas ambientales y de sostenibilidad son no solo un deseable sino un compromiso de gobiernos e iniciativa privada. La seguridad, el manejo adecuado de información, la garantía de integridad en los datos y preservar intactas las cadenas de suministro son objetivos a los que todos los días se enfrentan quienes estamos en el sector. Y, finalmente, el impacto de fenómenos globales en nuestra actividad impacta de manera relevante los resultados.
El sector del transporte y logística afronta hoy cuatro retos complejos y, lo más importante, permanentes. Estos retos deben revisarse y analizarse cada día. Quienes participamos desde distintos frentes en el sector, debemos mantener el foco de análisis en ellos con el fin de trascender y lograr regulaciones flexibles de impacto positivo en todos sentidos.
Integralidad. Es indispensable revisar con claridad los objetivos prioritarios a resolver y estos deben abordarse de manera íntegra y articulada. Seguridad, infraestructura, profesionalización de operadores, medio ambiente, movilidad, vialidades, sobre regulación. Todos estos –por citar algunos– no son temas aislados y deben ser considerados de manera integral en las regulaciones en los distintos niveles según la competencia (federal, estatal, local).
Claridad absoluta en los fines de la regulación. Los fines de la regulación deben ser claros para todos. Esa claridad debe preservarse siempre porque es lo que da certeza jurídica y sobre todo permite a las empresas implementar mecanismos que ayuden al cumplimiento de dichos fines. Siempre he pensado que lo dispuesto en una regulación a veces debe ser el mínimo deseable, pero para ello el fin debe ser claro y congruente.
Confianza en la implementación, supervisión y cumplimiento. La regulación debe estar planteada de tal manera que pueda ser implementada (que los recursos para ello estén asignados). Debe garantizarse la adecuada supervisión por autoridades competentes y capacitadas y ser posible de cumplir conforme lo establecido.
Flexibilidad. Los modelos de negocio son hoy cambiantes y la economía se ve impactada de forma tan acelerada por fenómenos globales repentinos que la regulación debe permitir a las empresas moverse con flexibilidad sin incurrir en incumplimientos. La logística es así. Flexible. Un esquema regulatorio rígido provoca incumplimientos y genera corrupción.
Muchos somos los sujetos involucrados en el quehacer regulatorio, directa e indirectamente. Hablando desde la iniciativa privada, considero que es indispensable trabajar día a día para tener claros los impactos de ciertas regulaciones en nuestras operaciones. Impactos tanto positivos como negativos. El análisis constante de estos temas y la claridad para plantearlos de manera oportuna en los foros adecuados nos ayuda a coadyuvar en el quehacer regulatorio. No podemos ni debemos dejar solo al ente regulador: el Estado. Debemos proporcionarle información y acompañar su responsabilidad que tiene de garantizar una buena regulación tanto para la economía como para la prevención de riesgos. Hay que conversar día a día de estos temas.
*Elena Robles actualmente es directora Jurídica y de Relaciones con Gobierno en Estafeta y presidente de la Asociación Mexicana de Mensajería y Paquetería (AMMPAC).
Comenta y conecta con Elena en LinkedIn
Comenta y síguenos en X: @GrupoT21