El comercio, principalmente a raíz de la pandemia, se ha volcado hacia canales digitales. El crecimiento del e-commerce trajo consigo nuevas necesidades en los clientes, desde entregas más ágiles hasta la democratización de los métodos de pago.
Así como el comercio electrónico tuvo un despunte importante durante el confinamiento, la necesidad en las personas de contar con un medio de pago para este fin también creció. Por ejemplo, de acuerdo con un estudio de Americas Market Intelligence (AMI), en 2020, la bancarización de las personas de América Latina creció 24%, tan solo en México pasó de 37% en 2017 a 45% en el primer año de pandemia.
“Las tarjetas de crédito han existido por años, pero de alguna forma estaban alojadas en un segmento muy pequeño de la población. Creo que a partir de que jugadores como nosotros y otros competidores entraron en el mercado esto se hizo más sencillo”, señaló Juan Villaseñor, director de Operaciones de Stori, en entrevista para T21.
De acuerdo con el directivo, esto también impulsó el comercio electrónico, ya que las personas que “no tenían un medio de compra se pudieron integrar a estos mercados digitales para poder hacer sus compras”.
Uno de los principales retos para el e-commerce es la desconfianza del comprador, ya que el usuario cree que al comprar en línea puede ser víctima de un fraude.
La tecnología también ha jugado un papel importante, ya que cada vez la ciberseguridad se ha reforzado más.
Explicó que en cuanto el equipo de Stori detecta algún movimiento fuera de lo común, inicia un proceso de aclaración dándole la seguridad al cliente de confiar en sus compras.
“El cliente final debe tener esa certeza de que si está utilizando una tarjeta de crédito puede tener la certeza de que comprando en lugares seguros no va a correr ningún riesgo, no va a sufrir de fraudes como normalmente se ha escuchar por ahí”, aseguró.
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