¿Es momento de abandonar el diésel o aún falta camino por recorrer? ¿Tiene sentido hablar del hidrógeno como fuente energética si ni siquiera hay infraestructura? ¿Y los eléctricos? ¿Son solución o solo símbolo mediático? Mientras los discursos crecen y las grandes preguntas continúan sin respuestas, las cifras muestran otra realidad: México arrastra una flota pesada de vehículos de carga y pasaje de más de 800 mil unidades con una edad promedio de 19 años, aunque algunas superan las cinco décadas de operación.
El problema no está relacionado solo con la eficiencia, sino también con el tema ambiental. Las unidades en circulación operan, en su mayoría, con tecnología Euro 3, pero un cambio en la normativa pretende reconfigurar esta situación: desde el 1 de enero de este año se exige Euro 6 para las unidades producidas o importadas al país. De avanzar hacia ese estándar, se lograría una reducción de hasta 90% en las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y partículas, explicó Rogelio Arzate, presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT).
Pero renovar cuesta. El representante de las grandes marcas productoras refirió que sustituir siete mil 500 unidades al año (seis mil de carga y mil 500 de pasaje) requeriría entre tres mil y cuatro mil 500 millones de pesos (mdp) anuales, dependiendo de la tecnología elegida.
Arzate advirtió que mientras se diseña esa hoja de ruta, la importación de vehículos usados se acelera, tan solo en 2024 se cerró con 29 mil unidades, casi el triple del promedio registrado entre 2018 y 2022.
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