Crisis en la Agencia Espacial Mexicana

por elogis

Circula la carta de renuncia del director general de la Agencia Espacial Mexicana, por sus siglas AEM, fechada el 24 de enero, dirigida a la titular de la Presidencia de la República, en la que el firmante manifiesta que el motivo de su decisión es que no se le ha dado la importancia ni administrativa ni presupuestalmente que la AEM merece como organismo integrador y articulador de las actividades espaciales de México. En el documento el doctor Salvador Landeros Ayala señaló que fue informado por el titular de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones que la AEM desaparecería, algo que no necesariamente será el caso, sino que, de acuerdo al ingeniero Luis Lizcano, presidente ejecutivo de la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (FEMIA) en declaraciones posteriores a Aristegui Noticias, la Agencia se integraría al Sistema Satelital Mexicano (MEXSAT) para fortalecerla.

Habrá que ver qué pasa finalmente, lo importante es que la investigación y desarrollo espacial mexicano cuenten con los apoyos federales que requieren no solamente para continuar funcionando sino para hacer más cosas. La verdad no albergo muchas esperanzas de que eso suceda, situación que me duele mucho como integrante de una generación que creció con el tema espacial muy en mente, no solamente por haber sido testigos gracias a la prensa, la radio y hasta la televisión, de la carrera espacial sostenida entre las entonces únicas dos grandes potencias globales: los Estados Unidos y la Unión Soviética, los primeros con el gran logro de haber puesto varias veces al ser humano en la superficie de la Luna, comenzando por un Neil Armstrong a quien tuve el gusto de conocer, y los segundos por haber lanzado al espacio al primer ser terrestre (la perrita Laika), el primer satélite (Sputnik 1) y el primer hombre (Yuri Gagarin), sino también por habernos enterado de los exitosos lanzamientos de cohetes suborbitales mexicanos a finales de los años cincuenta, denominados SCT 1 y 2 de 1958 y 1959 y de la creación de la Comisión Nacional del Espacio Exterior del año 1962. Dicho en pocas palabras: Los nacidos hace unos 60 o más años tuvimos el privilegio de estar familiarizados con los primeros esfuerzos espaciales, muchos de los cuales nos cautivaron, al tiempo de hacernos ilusiones de que México podría seguir un buen camino en la materia.

Pero dejemos a un lado lo romántico y abordemos la seriedad del asunto; y es que la independencia tecnológica, que, por cierto, solo puede emanar de un sistema educativo sólido, moderno, competitivo y libre de ideologías, es una importante variable en aquello que llamamos soberanía, es decir, la capacidad de un Estado de tomar decisiones políticas sin interferencias externas. En la medida en la que México deje de producir profesionales de primer nivel va a seguir abandonando su desarrollo tecnológico y comprometiendo su autosuficiencia, por ende, su soberanía, cayendo aún más en dependencias del exterior.

De acuerdo con los Indicadores de Propiedad Intelectual Globales de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual con sede en Suiza, en el año 2022, mientras en China se recibieron un millón 619 mil 268 aplicaciones, en Brasil dos mil 276 y en México se recibieron solamente 608. ¿Así cómo vamos a salir del subdesarrollo estimado lector?

En fin, ¡ya no voy a hacer tantos corajes! Mejor estaré pendiente de la evolución del asunto en el marco del austericida obradorato que en una de esas nos informa que en el año 2030, con motivo de la toma de posesión del segundo presidente mexicano de nombre Andrés Manuel López, se pretende llevar a un mexicano a la Luna a bordo de una nave espacial totalmente diseñada, fabricada y lanzada desde México, portando seguramente un nombre prehispánico. ¡Todo es posible en este surrealista país!

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