El próximo 26 de diciembre, en una semana más, la nueva Mexicana de Aviación iniciará operaciones desde el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), en principio con tres aviones, que en breve serán cinco, y operará nueve rutas que irán ampliándose hasta completar 20 en el mediano plazo. De esas cinco aeronaves, dos serán Embraer 145 en arrendamiento húmedo con TAR y las otras tres serán aeronaves B-737.
Desde este espacio se dijo en su momento que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) terminaría por utilizar los tres equipos Boeing 737-800 de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), “rebautizados” con matrículas XA y pintados con los colores de la otrora Primera Línea Aérea de Latinoamérica, Mexicana de Aviación, con objeto de solventar los obstáculos que se le presentaron a los muchos postores que le presentaron propuestas a las Fuerzas Armadas para dotar a la nueva aerolínea del Estado con las 10 aeronaves B-737 nuevas, que fueron anunciadas en la mañanera desde septiembre.
En ese momento no fueron pocos los que lo consideraron improbable, ya que la “reconversión” de número de serie militar a matrícula civil lleva un tiempo y un proceso, además de lo que implica buscar las licencias comerciales y TPI para los pilotos de la FAM, los vuelos de certificación y otras muchas diligencias que deben hacerse para obtener el Certificado de Operador Aeronáutico (AOC por sus siglas en inglés), pero que en este caso los promotores gozaron de un trato ágil, por razones obvias.
Lo más importante, sin embargo, será que las tripulaciones de los B-737 de la FAM vayan aprendiendo a convivir en igualdad de condiciones con la aviación comercial, tanto en la operación en el espacio aéreo mexicano como en los muchos vericuetos que se encontrarán en el trato con autoridades de aeropuertos privados, los trámites de los simples mortales ante diversas autoridades y operadores civiles (llámese controladores de tránsito aéreo, trabajadores de servicios de rampa, etc.) hasta el trato con los pasajeros y los despachadores de los vuelos en territorios que no son militares.
Se ha dicho de muchas maneras que la aviación civil tiene códigos muy distintos a los de la aviación militar y esto se pondrá a prueba muy claramente en este caso. Las aerolíneas comerciales están acostumbradas a la transparencia, al apego a manuales y procesos diversos, manejo de recursos de cabina que toma en cuenta los factores humanos y un trato de colaboración abordo, no de subordinación jerárquica.
Y esto es sólo el principio. Más adelante se verá si le es posible a la Sedena mantener condiciones de competitividad en materia de salarios, de costos homologados con el resto de la industria, como las aerolíneas y otros agentes del sector han solicitado desde que se anunció esta nueva aerolínea del Estado mexicano. Por lo pronto, se sabe que muchos posibles candidatos a formar parte de la plantilla de la nueva Mexicana han declinado la invitación porque los salarios y las condiciones laborales no corresponden a la oferta que hay en el resto de la industria.
Esto le resta a la nueva aerolínea competitividad, pero también establece un piso disparejo y evita que la aerolínea llegue a ser un jugador normal, comercial, civil, apegado a los códigos que debe cumplir el resto de las empresas aéreas. Ya veremos qué resulta.
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